Mi boca con un ósculo travieso
Buscó a tus golondrinas, traicioneras,
Y sentí tus pestañas prisioneras
Palpitando en las combas de mi beso.
Me libró la materia de su peso...
Pasó por mí un fulgor de primaveras
Y el alma anestesiada de quimeras
Conocí la fruición del embeleso.
Fue un momento de paz esquisito
Que yo sorbí la luz del infinito
Y me asaltó el deseo de llorar.
¿Te acuerdas que la tarde se moría
Y mientras susurrabas: "¡Mía! ¡Mía!"
Como un niño me puse a sollozar?...
Alfonsina Storni
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