A ver pues, esta entrada nada tiene que ver con reflexiones profundas, pero también para eso tengo éste blog, -o sea que la censura soy yo mismo, y soy muy permisivo-.
Después de varios intentos llegué a la conclusión que el asunto con el arroz blanco, es así:
1. Limpiamos un puñito de arroz y lo pasamos por agua, es decir lo enjuagamos.
2. Lo ponemos en una cacerola y agregamos un poco de aceite, y si queremos, un poco de sal. Yo le pongo aceite de oliva. El aceite más que nada ayudará a que no se pegue en la olla, pero con muy poco basta.
Recordemos que el arroz, como los otros cereales en general, se inflan, asi que cuidado con la cantidad.
3. Agregamos agua a la olla de forma que sólo sobrepase el arroz por un dedo. Esto es importante porque si no, se bate.
4. Tapamos la olla y la ponemos a fuego alto, hasta que hierva.
5. Destapamos la olla y la dejamos cociendo a fuego muy bajo, de forma que se evapore el agua y cueza el arroz sin quemarlo. No hay que moverlo.
6. En esta etapa podemos agregar algunas especias si queremos darle un poco de sabor, por ejemplo un poco de pimienta.
7. Cuando el agua visible se ha evaporado y el arroz tiene una buena consistencia podemos agregar un cubito de margarina.
8. Voila, bon appetit! Este arroz sirve para acompañar casi cualquier cosa gracias a su sabor neutro.
9. Si se pegó un poco de arroz en el fondo de tu olla, basta con agregar un poco de agua, hacerla hervir para despegarlo y después lavar el traste.