sábado, 20 de junio de 2009

254. Un mundo felíz.

Hay que estar tranquilos, pues en el futuro cercano, todo va a estar bien.
El mundo civilizado será evidentemente democrático: todos los ciudadanos votarán cada dos o tres años sin falta  por su candidato preferido. Cierto que los políticos serán los mismos de siempre en este y aquel puesto, y que la diferencia ideológica entre candidatos se reducirá a grandes discusiones sobre minúsculos temas, de gran forma y nada de fondo. Pero no se preocupen, siempre habrá una izquierda y una derecha para elegir, aunque muy civilizadamente todos estarán tan cerca del 'centro' que quizá lo único que cambie sean lo colores de los partidos y claro, la retórica, los de izquierda hablan siempre de una manera y los de derecha de otra, o si lo prefieren, los liberales y los conservadores, o no importa en qué fórmula venga el asunto en cada país. Evidentemente serán los medios de 'comunicación' los que nos proporcionen la información necesaria para emitir nuestro voto responsable. Por lo demás ya sabemos que quienes gobiernan realmente son los grandes conglomerados económicos (unos tres o cuatro en el mundo). Ellos, a través de sus ramas farmacéuticas nos proporcionarán sin falta los medicamentos diarios (o semanales, o mensuales que da lo mismo) para poder vivir tranquila y normalmente como todos los demás. Antes era un problema eso del sida pero ahora basta con la dosis indicada de por vida para vivir total y absolutamente de manera normal. Eso sí hay que tener cuidado con los nuevos virus altamente contagiosos que en ocasiones aparecen por generación espontánea, pero para los cuales siempre hay una cura o vacuna inventada rápidamente por nuestros amigos de las corporaciones farmacéuticas.
Ellos mismo son los que se encargan de la más fina selección genética para nuestros futuros hijos. Gracias a ellos ya no tendremos que preocuparnos de que nuestros vástagos desarrollen aptitudes o tengan tendencias 'fuera de lo normal y correcto'.
En cuanto a los derechos humanos y esas cosas, es de esperar que como Estados civilizados, occidentales y democráticos todos los ciudadanos gocemos de esos derechos: Tendremos derecho a trabajar, a pagar impuestos y por supuesto a consumir. Siempre tendremos derecho de elegir lo que consumimos, para eso nos informan en la tele y en internet ¿no? 
El gobierno, celoso de nuestra seguridad en contra de las grandes amenazas externas, de las cuales no nos atreveremos ni a preguntar porque 'todo el mundo sabe que están ahí', puede perseguir en cualquier momento a cualquier ciudadano sospechoso y/o peligroso. La leyes 'de libertad y seguridad' que nuestros representantes populares elegidos democráticamente irán aprobando siempre serán en favor de nuestra seguridad y bienestar. Afortunadamente hay cámaras de vigilancia por todos lados y todos tenemos el chip de identidad con ubicación por satélite que utilizamos para todo: para pagar las compras, el transporte, para identificarnos, pagar impuestos, como pasaporte, para nuestro historial médico, etc. El buen ciudadano está constanemente protegido y claro, no tiene nada que ocultar.
En cuanto a la educación, bueno, ya sabemos que la idea de universidad pública quedará finalmente en el pasado, o mejor dicho, todo el mundo podrá ser capacitado para trabajar en las multinacionales conglomeradas desde el bachillerato técnico. El futuro está en los técnicos profesionales y administrativos.
La universidades privadas, serán claro tan solo para unos cuantos que puedan pagarlas, ¿pero quién quiere estudiar y saber todas esas cosas? Ser director debe ser muy complicado.
De las humanidades nada, esas tonterías se quedarán finalmente en el pasado, la sociedad no necesita esos parásitos y flojos que dicen cosas complicadas y se quejan de todo.
Las ciencias claro, son para el buen desarrollo de las multinacionales, que incluirán la mejor tecnología para combatir las amenazas externas al mundo civilizado.
El lenguaje será sumamente sencillo. Nadie necesita leer cosas difíciles y mucho menos escribirlas. Se puede hablar perfectamente con un vocabulario sencillo y claro, nada de verborrea a la antigua. Lo único que hace falta es saber manejar con habilidad nuestros instrumentos de trabajo.
Como ven, nuestro futuro es brillante, nada de qué preocuparse, ya hay quien trabaja duro para proporcionárnoslo.

jueves, 11 de junio de 2009

253. Entre bosques y océanos

En mi ventana hay un bosque en miniatura, y al fondo una iglesia rusa de madera, con iconos pintados en la fachada. He puesto mi escritorio frente a dicha ventana, la abro y veo llover. Desde pequeño me han alegrado los días lluviosos y aquí los tengo por montones en cualquier época del año. El mar que antes tenía era una invitación a partir en una búsqueda; la tierra mojada y el agua que cae entre los árboles es una invitación a quedarse. Creo que hay personas excepcionales que pueden ser ambas.

sábado, 6 de junio de 2009

252 L'Hermite

"vagabundo y errante serás en la tierra"
Gen 4:12
"yo soy el camino"
Jn 14:6
 De los arcanos mayores, el que lleva el número nueve es el Eremita. En el tarot de Marsella los números romanos nunca restan, de manera que utilizan la manera más antigua de expresar las cifras, así 'nueve' se expresa VIIII y no IX. Esto por supuesto es deliverado y una manera de entenderlo es como una dinámica que no retrocede hasta completarse.
 Los arcanos mayores han sido relacionados en términos junguianos como figuras arquetípicas (pues para Jung los arquetipos en sí no son representables), las cuales grosso modo son  estructuras básicas presentes en el inconsciente colectivo, que se repiten tanto en la psique individual como en las expresiones colectivas (culturales por ejemplo) tomando según el caso una forma particular.
 En el tarot las cartas tienen, como los arquetipos, relación con los demás, de tal forma que forman parte de un todo dinámico. El eremita o ermitaño es claramente otra expresión de la carta sin número que es El Loco. De hecho, podríamos decir que es el mismo personaje, pero viejo. Los dos tienen capucha y bastón, y los dos son vagabundos. Podríamos decir que el loco mira hacia el futuro y el ermitaño hacia el pasado, el primero ve al mago, el otro ilumina la columna J de la justicia.
En la Biblia Caín es el primer vagabundo de la historia, lo cual es hasta cierto punto la ironía divina, pues él era quien cultivaba, mientras que Abel era pastor. Cuando llega la hora de las ofrendas, Yahvé se complace con la ofrenda del pastor y no del agricultor, lo cual lleva al incidente que todos conocemos. El castigo por dicho crimen es que la tierra no le dará más frutos y tendrá que errar por la tierra. En una inversión histórica muy interesante el sedentario se transforma en nómada, lo cual no le impide hacer cosas como fundar ciudades de tal forma que también es el primer urbanista de la historia bíblica...
 Pero parece que Yahvé tiene una predilección ambivalente hacia el nomadismo, pues es un signo de expiación, renovación y también promesa. Adán y Eva comenzaron su expiación al ser expulsados del Edén, pero Abraham y Moisés se hicieron nómadas para acercarse a Dios. 
 El Éxodo se convirtió en el modelo bíblico de la relación ideal entre Yahvé y el pueblo de Israel, es decir, entre Dios y los creyentes. En el desierto el hombre no tiene nada, excepto a Dios y a sí mismo.
 El Nuevo Testamento replica a su manera las estructuras del Antiguo. Juan el Bautista es el primer Eremita que encontramos, pero el mismo Jesús lo es de alguna forma y por supuesto los apóstoles son vagabundo místicos por excelencia. No en vano Pablo tendrá su revelación en el camino a Damasco.
 La cultura popular y la literatura están llenas de personajes errantes. Odiseo, Eneas y el Quijote son ejemplos evidentes. El mismo Homero es el prototipo del bardo errante, que va de sitio en sitio contando (y cantando) sus historias.
 La Edad Media es quizá uno de los momentos en los cuales culturalmente hablando, el prototipo de vagabundo se hace más popular. El caballero errante, el juglar y el peregrino son figuras clásicas, tanto que se convierten en un tópico literario, el del homo viator en el cual la vida misma es el camino. Al parecer las cartas del tarot toman su forma de estos personajes.
 La cultura popular rusa está llena de peregrinos mendicantes, trovadores y hasta santos que tenían y hacían su vida en el camino. Los 'locos en Cristo' deambulaban desnudos o semidesnudos comiendo un poco de pan ofrecido por las personas humildes. Su renuncia a las posesiones era tan radical que no aceptaban nada de los ricos. Se dedicaban a vagar predicando y e incluso profetizando. Los vagabundos místicos impregnaron la literatura y Los relatos de un peregrino ruso nos ha llegado a occidente como muestra.
 El Loco y el Ermitaño pues, son personajes simbólicos pero también tangibles, reales. Uno puede toparse con alguno de ellos a la vuelta de la esquina, y también en un libro de Pushkin o de J.R.R. Tolkien. 
 Pero el verdadero Loco/Ermitaño está en cada uno de nosotros, es el viaje interno, la búsqueda de nosotros mismos, de aquello que llamamos 'nuestro propio camino', o de manera más sencilla, es la parte de nosotros que nos lleva a preguntarnos a través de la experiencia de vida quiénes somos.

viernes, 5 de junio de 2009