Ya conocemos el lugar comùn sobre los esquimales y el color blanco: aparentemente ellos, al vivir en un ambiente predominantemente blanco a causa del hielo y la nieve, son màs sensibles a las diferencias entre diferentes tonos blancos y como consecuencia sus lenguas tienen muchas palabras para designar tales "blancos".
Henry Miller en Quiet days in Clichy (1956) encontrò su propia versiòn parisina hablando del color gris:
"Paris, as everyone knows, is pre-eminently a grey city [...] In France the range of greys is seemingly infinite; here the very effect of grey is lost."