Me despertaron los golpes en mi puerta. "Alguien te busca", me dijeron.
Bajando las escaleras me encontré con su imagen a unos cuantos metros en el jardín. Llevaba una pequeña mochila y una gorra en la cabeza. Quizá es porque todavía estaba adormilado, pero me dije que si los arcanos del Tarot cobraran literalmente vida, éste sin duda sería El Loco.
Todo es culpa de Jung, lo sé. Todo es culpa de mis lecturas nocturnas y de las asociaciones libres.
Me apresuré a su encuentro y después de los saludos que se hacen después de dos o tres años de no ver a alguien, lo invité a tomar café.
Cuando apenas llegué al Medio Oriente, él fue el primero en acercarse e invitarme un café. Mi primera lección fue que el beduino que cada jordano trae dentro es más hospitalario que el supuesto fenicio que cada libanés dice llevar consigo.
Tmbién una de las primeras cosas que me dijo fue "Mira, probablemente el único árabe que encuentres por aquí soy yo". Y entonces me puse contento de haber hecho un amigo árabe en el Medio Oriente.
Tengo una particular suerte para encontrar ovejas negras en mi camino y a menudo tengo la suerte de hacerme su amigo. Las ovejas negras son las que renuncian a ser parte del rebaño, pero que no tienen intención de ser pastores, como cuando Zaratustra pedía compañeros de viaje y no seguidores.
Mi amigo procede de una muy añeja familia de sacerdotes ortodoxos y si está de humor, me gusta preguntarle sobre el origen del nombre de su familia: Khouri, que quiere decir cura.
Hace un gesto, como tomando aliento y eligiendo el punto de la historia en el cual empezar:
-Pues mi hermano es sacerdote y mi padre también lo era. Mi tío y mi abuelo claro, pero lo interesante viene cuando mi bisabuelo enseñaba a la gente la lengua árabe a escondidas de los turcos en su iglesia, porque en ese entonces estaba prohibido...
De tal forma que no solo viene de una muy vieja familia de curas, sino de nacionalistas árabes, y así en lugar de vestir sotana -quizá vendió la suya de seminarista-, con un libro de Nietzsche en la mano proclama en plena Universidad de Tesalónica que ya va siendo hora de que los griegos desocupen el Patriarcado de Jerusalén y dejen de vivir a expensas de Palestinos y Jordanos.
Por supuesto antes de ser expulsado, él los mandó al diablo considerando que ya sabía bastante griego y teología como para quedarse ahí.
Lleva más de un año viajando con esa mochila al hombro y ese libro dentro. Me aseguró que es felíz y lo creí. Desde el principio nunca nos salió mentirnos.
Vino a visitarme antes de que me fuera de este lugar y por supuesto no le pregunté cómo supo cuándo venir.
Cuando nos despedimos, le dije que esperaba encontrarlo otra vez, pero que si no, tampoco importaba, pues ya sería en otra vida.