Lo primero que hay que saber es que los vampiros existen aunque no 'son como los pintan'. El clima luteciano es perfecto para ellos, pues pueden llevar una vida prácticamente normal y pasar desapercibidos incluso en pleno día. No es que se derritan con la luz, pero si tienen una marcada fotofobia y su piel es considerablemente sensible a los rayos UV. Ellos también son una especie en peligro con esto del cambio climático y la tendencia gruyere de la capa de ozono. Afortunadamente cada día los protectores solares son mejores y si contamos los días de luz que hay en la capital francesa, no tienen mucho de qué preocuparse.
Por otro lado, el cliché del vampiro vestido-siempre-de-negro suena ridículo en este lugar, pues de hecho no se usan los colores chillones, o para ser más precisos, casi no se usan colores. Todo el mundo tiene una chaqueta o abrigo negro y la gente se ve pálida no tanto por un asunto racial, sino por la falta de sol. Las boutiques con bronceado artificial tan comunes por aquí me parecieron al principio una monstruosidad. Las camas de bronceado son como ataúdes futuristas. Si hay sol la gente sale a caminar a los parques y a la orilla del Sena, los vampiros simplemente toman precauciones extras -como cuando nosotros vemos que afuera llueve y tomamos el paraguas- y continúan con su vida normal.
Muchos vampiros tienen fuertes aficiones intelectuales, de hecho en la planta baja de la Biblioteca Nacional es fácil toparse con ellos, consultando todo tipo de obras y escribiendo silenciosos en sus laptops. Son estudiosos discretos y su mímesis es tan sencilla y buena que es muy complicado distinguirlos. Lo único que podría señalar como distintivo es que todos son considerablemente atractivos y limpios. Se convierte en obviedad cuando ya no es raro encontrar una rubia con apariencia de modelo que pasa todo el día sola, investigando con deleite la relación entre alquimia y filosofía posmoderna. –Y ya sé lo que están pensando, pero las brujas no tienen nada que ver con lo que estoy diciendo, y en cuanto a los prejuicios de género yo solo digo lo que veo y además lo mismo va para hombres que para mujeres.
Contrario a lo que se piensa, una buena cantidad de ellos está lejos de ser de una especie parasitaria, y si mi teoría es correcta, en buena medida contribuyen al desarrollo del pensamiento y la economía de los lugares que habitan. París, Londres, Nueva York, San Petersburgo... Por otro lado, los franceses caricaturizan a Sarkozy como un vampiro, pero esas sí son calumnias.