Hubo un tiempo, de cuando Dante vivía (a finales del siglo XIII), que el llamado trono de San Pedro permaneció vacío por más de dos años porque dos familias rivales en Italia no se ponían de acuerdo, y no, no estoy tratando de desviarme del tema y hablar de Romeo y Julieta solo porque viene el 14 de febrero, ¡estas eran otras dos familias italianas! Al final los cardenales lograron llegar a un arreglo y nombraron Sumo Pontífice a un monje, el cual tomó el nombre de Celestino V. Abrumado (y quizá atemorizado) por sus responsabilidades y por el duro teje y maneje de las altas esferas eclesiásticas, decidió que la dignidad papal no era para él y renunció, o para ser más precisos, abdicó, pues el Papa es a su modo, un monarca terrenal con corona y todo. No extraña que su sucesor, para dejar en claro quién era el jefe a partir de entonces, lo hizo encarcelar y quizá hasta asesinar diez meses después.
Por ahí en el siglo XV en una época de Papas y Antipapas, Gregorio XII también abdicó con el propósito de terminar con el cisma, a favor de Martín V, miembro -por cierto- de una de las dos familias antes mencionadas (!), pero digamos que la historia de ésa renuncia es muy diferente a la de Celestino.
Todo ésto, viene al cuento, por supuesto, por la noticia casi increíble de la renuncia de Benedicto XVI. Vamos que no es algo que se vea facilmente. Sospecho que los motivos últimos de tal desición nunca los sabremos realmente. Yo como con la navaja de Occam, me voy por lo más simple: Ratzinguer ha llevado las riendas del Vaticano desde hace bastante más de 8 años, él vio cómo se fue deteriorando su antecesor hasta los límites del absurdo, él mismo se hizo nombrar Papa con el poder que ya tenía en las manos y simplemente ya se cansó de todo eso que, hay que reconocer, debe ser endiabladamente agotador. Joseph simplemente hizo una vez más lo que su "santa" voluntad y punto final, independientemente de cualquier otra consideración anexa.
Los arzobispos de Canterbury, a la cabeza de la Iglesia de Inglaterra se retiran convenientemente a cierta edad, lo cual ya marcaba un ejemplo importante dentro de las Iglesias históricas para evitar la inmovilidad gerontocrática que suele caracterizarlas. Las Iglesias son instituciones que se mueven a ritmos de duración "media" y "larga", usando terminología de la Escuela de los Annales, es decir que sus ciclos son -a veces- más largos de los que la vida de un hombre supone. La Historia, por otro lado, está hiperacelerada y eso causa desequilibrios considerables en las viejas instituciones. El Cristianismo propuesto por las Iglesias históricas está en crisis desde hace tiempo, aunque quizá siempre lo haya estado de alguna manera u otra. La renovación es un camino, ser reaccionarios también, de todas formas el engranaje siempre está en movimiento, lo notemos o no.
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