"Suceden cosas que son como preguntas. Pasa un minuto, o tal vez años, y después la vida responde"
Alessandro Baricco Tierras de Cristal
La primera vez que viajé a Egipto también fue la primera vez que viajé en tren.
La noche anterior fui con mi compañero de viaje a recorrer Zamalek, una exclusiva zona cairota con embajadas y edificios modernos. Nos detuvimos en el café-librería Diwan, a descansar un poco, beber café (el último del día, o quizá en aquella ocasión opté por un té) y por supuesto a comprar algo de leer para el viaje en tren que prometía ser bastante largo. Viajaríamos del Cairo a Asuán y ello nos llevaría más de diez horas. La segunda vez en Egipto hice el mismo recorrido en avión y mi experiencia con Egypt Air aún me causa urticaria... Me quedo con el hermosísimo recorrido en tren.
Mi amigo compró un libro de Neguib Mahfuz y yo opté por un autor egipcio contemporáneo. El recorrido va en paralelo con el Nilo y hay mucho tiempo para pensar y soñar. Entre cabina y cabina fumé un par de cigarrillos con unos beduinos que desayunaban sentados en el suelo y bebiendo té todos dimos gracias a Dios.
Tiempo después volví a subir al tren, pero en mi memoria, y con compañía distinta, bien a bien no supe a dónde llegamos y me queda la duda de si dejamos caer algo al Nilo, como alguna vez dejé caer algo al Sena. Por lo pronto conservé la imagen de ese boleto, por si acaso, signifique algo alguna vez.
He pasado mucho tiempo en esta azotea, platicando, fumando, estudiando, viendo el mar, buscando constelaciones, oyendo la guerra, soñando despierto, deseando volver, anhelando a los ausentes, y por supuesto viendo caer la lluvia, que en parte es causa de mucho de lo anterior.