Estoy muy viejo para enamorarme.
Y Ovidio lo repitió por tres veces más como maldición cuando la señora de atrás comía algo con olor horrible a cebolla y ajo.
Y lo repitió cuando la desparramada del asiento de al lado se le acercaba cada vez más.
Y lo dijo cuando después de horas de camino ya no sentía las piernas y no había posición humana que le diera un poco de alivio.
Pero ahí estaba en el camino a Belgrado sin saber más que tres palabras de serbio: El nombre de ella y "cásate conmigo".
Bien visto era una sandez y quizá por eso repetía esas palabras como letanía. Una letanía con cada vez menos fe y convicción, porque no olvidaba que esa era la gran mentira que se había inventado aquella tarde frente al mar.
Allá afuera el invierno era una condena a muerte directo al desfiladero y el autobús no tardaba en irse al diablo con todo y los ajos y las cebollas.
Y lo sabía también, pero entonces ahí estaba la imagen de ella cantando esa canción de la cual él no entendía nada, excepto que no había mejor manera de morirse que oyéndola.
Estoy muy viejo para enamorarme, se dijo.
Sharif, creo que nadie es viejo para enamorarse. Es algo que siempre he sabido, no sé porqué, pero fuí consciente cuando leí "El Amor en los Tiempos del Cólera", una novela genial del también genial García Márquez. El amor ,incluso, "de añejo sabe mejor". Un beso y feliz día.
ResponderBorrarEl amor, cuando traspasa lo meramente físico, deja de tener edad.
ResponderBorrarSalud.
Quizás sólo buscara una muerte poética. Algo que me lleva a imaginar la vida de este anciano, que es lo que le hace llegar hasta allí. Siento que este relato empieza mucho antes y termina mucho despues. Igualmente, la parte que has elegido es, de por sí, una fuente inagotable de ideas. Sobra decir que me encanta.
ResponderBorrarYo me siento Ovidio, por cansancio, por dejadez, una dejadez que no me gusta, pero que acepto. Tampoco es tan malo ser tan viejo como para desear no enamorarse... pero será posible eso?
ResponderBorrarEs curioso lo que nos hace enamorarnos de una persona: a veces es un detalle, una imagen que quizá nunca vuelva a repetirse o que hemos idealizado
ResponderBorrarRepite su letanía como si ya no pudiera ser y sin envargo...
Besos. Me encantó