jueves, 11 de diciembre de 2008

224. Diarios

Estudiamos a algunos autores o personajes importantes, leyendo sus diarios "personales" publicados de manera póstuma. A este ejercicio de investigación le encuentro un par de inconvenientes:
-El primero, contrario a lo que comúnmente se piensa, es que cualquier diario ha sido escrito para ser leído por otra persona, ya sea a la muerte del autor o incluso durante su vida. La única excepción a la regla en la cual puedo pensar es la que se refiere a aquellos quienes destruyen tales documentos antes de morir, o que previsoriamente ordenan su destrucción ya sea en su testamento o simplemente a alguna persona de su entera confianza.
Mi argumento aquí consiste sencillamente en el hecho de que siendo el mismo autor la única fuente de referencia directa en el texto, la carga subjetiva es mucho más intensa que en otro tipo de fuentes: es alguien hablando sobre sí mismo a un tercero, pero fingiendo más o menos hablarse a sí mismo.
-El segundo inconveniente es el subgénero literario: Quizá un científico sea genial en su campo, pero escribiendo un diario... Y lo mismo puede aplicarse incluso a los escritores de oficio.
Cabe aclarar que una bitácora o un diario intelectual o científico son documentos de otra naturaleza, pues no cargan con el estigma de pasar por "personales".
A mis manos solo han caído propiamente los diarios de dos autores: Mircea Eliade y Anaïs Nin.
En Eliade encontré interesante la génesis y desarrollo de ciertos argumentos, y me sorprendió enterarme de la importancia que para él tenía su obra literaria frente a la científica. Por lo demás no hay prácticamente nada interesante ahí. Eliade consciente de la posible publicación de estos cuadernos excluye casi cualquier intimidad con el lector, a no ser para quejarse de la precariedad económica de ciertas etapas de su vida.
Lo de Anaïs Nin fue casi accidental, casi por vía de Trópico de Capricornio u Opus Pistorum, y contenía el morbo que cualquiera tiene leyéndola, un morbo tan estereotipado que nunca puse demasiado entusiasmo a tal lectura y solo trascendió para que regresara a  Henry Miller, no sin cierta carga de conciencia.
Después de eso no leo diarios, ni biografías, mucho menos autobiografías y tampoco tengo la menor intención de escribir algo parecido.
¿Pero qué hay de las bitácoras electrónicas?
¿Porqué la blogósfera es diferente?
¿Es diferente?
¿Es la tentación de inmediatez, de metatexto, de "sociabilidad virtual", de "dialogismo virtual"?
¿Algún día alguien leerá un blog como hoy se leen los diarios publicados de alguien?
¿Algún día alguien, en un ejercicio de retroceso conceptual, editará y publicará sobre papel un blog?

1 comentario:

  1. Basto y Prophetico el señor sharif, muy bien, pero a mi aun me gusta esa pelicula en la que Anais le regala una maquina de escribir a Miller. Saludos.

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