domingo, 24 de enero de 2010

280 Otredad


Como muchos ya se habrán ido percatando, la tragedia de Haití no comenzó el 12 de enero pasado, sino mucho antes. Para cuando el inesperado e inusual terremoto llegó, el país antillano ya era el país más pobre del continente americano. Alguna vez escuché decir que era un país de África, pero en el Caribe, lo cual hasta cierto punto, hay que reconocer que tiene su lógica. El país que de manera muy temprana, en 1804 declaró su independencia de Francia estaba compuesto principalmente por población de origen africano, como hasta ahora.
Desde 1915 ha sido un Estado satélite de los Estados Unidos. Las tropas 'imperiales' han ocupado por largos periodos de tiempo aquel pequeño país y como es de suponerse, controlan lo que políticamente ahí ocurre.
Haití por muchas razones existe en un aislamiento que ha contribuido a su trágica situación. Haití y la República Dominicana subsisten como dos países totalmente distintos sobre el territorio de una sola isla llamada la Española (un poco más pequeña que Escocia). Las relaciones entre ambas naciones nunca han sido del todo buenas quizá partiendo del hecho que la República Dominicana celebra su independencia -no de España, como podríamos suponer- sino de Haití, que invadió la zona de influencia española en 1822. Hace algunos años estando en Santo Domingo nos pasó la idea de conocer Puerto Príncipe, descubrimos con sorpresa que tal cosa solo era posible, bien tomando un autobús a la frontera, cruzar a pie y tomar otro autobús hasta Puerto Príncipe, o bien, tomando un avión que hiciera el absurdo recorrido entre las dos capitales de 300 km.
Considero que Haití entra perfectamente en la categoría de Estado fallido y lo que percibimos después del terremoto solo es consecuencia de ello. Sabemos que los desastres naturales golpean con más fuerza a los países pobres, pues no están preparados para afrontarlos y son mucho más débiles.
Los mexicanos conocemos de solidaridad internacional, porque la hemos vivido al recibirla, como en los sismos de 1985 y al proporcionarla, como hoy en Haití, ayer en Nueva Orleans, y como cuando hemos recibido con alegría a los exiliados de todo tipo de regímenes opresores.
Las tragedias son momentos clave en la historia de la humanidad en los cuales tenemos la oportunidad de demostrar que seguimos siendo seres humanos y no solo depredadores egoístas.
Pero desafortunadamente este tipo de solidaridad no basta y de ninguna manera ayuda a largo plazo, es el "pescado" y no el "enseñar a pescar".
El régimen cubano es criticable en infinidad de aspectos, pero hay que reconocerle que por su difícil situación histórica ha tenido que distinguir entre realidades que en otros países no vemos. Su solidaridad con el pueblo haitiano ha sido de carácter permanente y sumamente lógico: cada año da, de manera gratuita, formación de alto nivel en medicina a jóvenes haitianos. Eso es precisamente el "enseñar a pescar".
Tristemente la memoria histórica en ésta época es muy corta y mañana Haití será nuevamente olvidado. Pero quizá sirva para que al menos unos pocos hagan conciencia de el principio de otredad que nos rige a todos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario