jueves, 18 de marzo de 2010

286. Sommeil, songe.

José en el palacio del faraón. G. Amigoni 1682-1752


Desde hace tiempo llegué a la conclusión de que uno de mis mayores impedimentos para no poder ser como Mircea Eliade, -a quien admiro lo suficiente como para venir a decir esto- es el asunto del sueño. El intelectual rumano era insomne y claramente obsesivo. Yo soy de los que necesitan sus buenas ocho horas de sueño para estar en forma al otro día. Simplemente son demasiadas horas en las que no se lee, escribe o medita conscientemente. Esa es también una de las razones por las cuales no seguí la tradición familiar de estudiar medicina: nunca hubiera podido con las guardias.

Y entonces viene el asunto de los sueños, porque el cerebro sigue trabajando mientras dormimos, y entonces soñamos.

Arcaizante como soy, hay ensueños que me tomo muy en serio y me gusta dejar una libreta con pluma al lado de la cama para anotar si hay algo importante, antes de que se olviden. No sea que sueñe con vacas gordas y flacas y después se me olvide.

En la epopeya más antigua que conoce la humanidad, la de Gilgamesh, las imágenes oníricas son mensajes que vienen de una realidad diferente a la cotidiana, en la Biblia, en la Odisea, en la tragedia griega y en cientos de textos que nos llegan desde tiempos remotos eso no cambia.
Hoy en día es la psicología la que nos dice que los sueños son importantes porque es una parte de nosotros mismos que nos está hablando.

Junguiano que también soy, encuentro arquetipos doblando en la esquina y con más razón cuando sueño. También estoy seguro que mi abuela tiene premoniciones y que eso se pasa por via materna en la familia, pero eso es otro asunto.

No sé si leí en algún lado que se sueña en blanco y negro -así como las escenas de ángeles de Wim Wenders-, pero a mí me parece haberlo hecho en colores. Lo que si sé perfectamente es que en mi mundo onírico se habla en varios idiomas -al menos cuatro- pero no por separado, sino en una especie de lengua de antes de la Torre de Babel o de su inversión neotestamentaria: Pentecostés. En la película británica Code 46 hablan una cosa parecida.

He notado que mi subconsciente trabaja bastante mientras duermo, pues constantemente, me levanto con ideas que no me habían ocupado el día anterior e incluso despierto tarareando canciones que hacía tiempo no oía: hace poco fue "Goodbye yellow brick road" de Elton John y estoy seguro que tenía años desde la última vez que la escuché en la radio. No me la pude quitar de la cabeza como en dos días hasta que la busqué en internet y la oí un par de veces. Ayer fue "Man on the moon" de REM* y me pareció adecuado escribir esta entrada sobre el sueño y los ensueños.
Dulces sueños a todos.

* REM, siglas en inglés para Moviento Ocular Rápido, es el sueño ligero, la fase del sueño en la cual los ensueños son más claros y se pueden recordar.

2 comentarios:

  1. Estoy segura, a la luz de tu post, que si Nuestro Señor en su perfecta sabiduría nos privó de otro buen médico, fue a costa de ganar lo que tu ya vienes siendo y el que serás.
    Tengo ganas de repasar la historia del patriarca pero creo que no lo haré hasta las vacaciones de Semana Santa. La versión que nos dio el otro día un carmelita en su homilía, muy achispada ella, ya me dejó en ascuas.
    Bonito post, y me agradó que hablaras de tí.

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  2. Le he dejado un pequeño regalito en Sapere Aude, señor junguiano :P.

    Un beso.

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