Quizá pareciera que las ciencias exactas y la teología se encuentran en extremos opuestos del conocimiento humano y debe ser justamente por eso (coincidentia opositorum) que cada vez me encuentro con más científicos que han terminado estudiando teología.
Ayer mismo sin planearlo, comía con una matemática y un físico, ambos teologos, ella luterana, y él ortodoxo. Y se conocieron ahi, comiendo en ese momento.
Bien me decia uno de ellos que irónicamente son los humanistas (y los psicólogos) los más reacios a la teología y no los llamados "cientificos duros". Supongo que éstos ultimos se encuentran más fácilmente con los límites humanos del conocimiento y saben que la existencia de Dios no es un problema, sino una conclusión al misterio profundo de la naturaleza en toda su complejidad y belleza.
Y entonces parece ser que somos los llamados humanistas los que cargamos con más prejuicios autolimitantes y nos vamos quedando rezagados ante las grandes interrogantes del hombre.
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