Me escondo en los caminos que ha dejado el café.
Veo una montaña, quizá un volcán;
un valle, quizá un desierto.
Me busco en los caminos que ha dejado la tinta.
Agua, quizá el Mediterráneo;
agua, quizá la lluvia en tu ventana.
Y la gente pasa ajena,
caminando por su propia borra de destino,
manejando por su propio libro de pasado.
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